sábado, 12 de diciembre de 2009


Convencida de que sus deseos jamás se harian realidad, opto por no pedir más de lo que aún esperaba. Es decir, para que pedir más si cuando logre tenerlo, la matará el miedo a perderlo, como siempre, como todo. Observa con calma, como las cosas seguian bajo la misma tormenta que rogaba y anhelaba que se aleje con el viento. Siempre estuvo convencida, de que detrás de las tormentas, siempre alumbraba un sol, quizás no para siempre, pero generalmente servia como un respiro ansiado. Digamos que ese Sol, para llamarlo de esa manera a las ganas de respirar, estaba tan desaparecido como las estrellas en las noches de luna llena, y entre mas pasaban los días, mas ahogada se sentia. Ese es el punto, vivir esperando un sol?, suena completamente irónico, por qué vivimos siempre esperando?, por qué no logramos sobrellevar la tormenta y rescatar aquel aprendizaje doloroso, pero aprendizaje al fin. Y realmente nunca lo supo sobrellevar, porque absolutamente nadie, se habia sentido en su lugar, nunca nadie habia sentido como ella, el oscuro miedo a la soledad. Nunca nadie habia estado en el extremo de dar todo por amor, de entregar su vida a cambio de un segundo de libertad, de valoración, de existencia. Nadie la veia, nadie la sentia, nadie absolutamente NADIE.